jueves, 21 de enero de 2016

The Trademark Parody: Barbie, Pretty Woman & Louis Vuitton

Trademark parody is what happens when somebody apes another person’s trademark without their consent for a comic or satirical effect. It is a parody if the distinctive function of the original (host) trademark is not appropriated by the derivative (parody) work.


Who doesn’t remember the Danish group Aqua’s song “Barbie Girl”? When Mattel sued over the use of the “Barbie” trademark in the song’s lyrics and title, Judge Alex Kozinski decided that there was no appropriation of the trademark’s distinctive function, just an intention to make fun of Mattel’s Barbie doll, as hinted at by the song’s title.


However, while a parody must remind consumers of the host trademark, the parody must not take direct advantage of the trademark it is mocking. Accordingly, it must have its own originality and be unlikely to be confused with the parodied work.

The humour issue aside, trademarks really do convey a concept that can be unfairly injured by parodies. Sometimes a parody takes advantage of a mark’s reputation on the market to flog an item that has nothing to do with the original, thus restricting the trademark owner’s rights to exclusive use and creating genuine conflicts under the Spanish Unfair Competition Act.

The case of Roy Orbison and William Dees’ song “Oh! Pretty Woman” is more of a case of copyright. When the band 2 Live Crew told the authors they intended to parody the song, the authors refused to give their consent. The derivative song was marketed anyway, and the case eventually reached the US Supreme Court. The court decided that, although a large portion of the work had been used, and for profit, the case did nevertheless qualify for what is known as the “fair use defence”, a concept imported from American copyright law, and therefore 2 Live Crew’s version was a parody within the meaning of “fair use”.

Another interesting example related with a well-known trademark was the case of Louis Vuitton Malletier v. Haute Diggity Dog. The US Court of Appeals considered, “The furry little ‘Chewy Vuiton’ imitation, as something to be chewed by a dog, pokes fun at the elegance and expensiveness of a Louis Vuitton handbag, which must not be chewed by a dog.” Once again the use of the distinctive sign was justified, in defence of the merely comic content.

However, can a parody denigrate the distinctive sign on which it is based?

It is my feeling that a trademark parody is acceptable only when it criticises or pokes fun at the creative element of the distinctive sign, provided that it does not take advantage of the other’s reputation to promote its own products and it does not harm or defame the product or its qualities.

Carolina Sánchez Margareto
IP lawyer 
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La parodia supone la expresión burlesca o satírica de una marca ajena sin consentimiento de su titular. Nos encontramos frente a una parodia si no existe apropiación de la función distintiva de la marca.

¿Quién no recuerda la obra musical “Barbie Girl”  del grupo danés Aqua? Mientras Mattel reclamaba por el uso de la marca Barbie en la letra y título de la canción, el juez  Alex Kizonsky determinó que no existía apropiación de la  función distintiva de la marca, sino  simplemente  una intención de burla hacia la muñeca Barbie de Mattel, tal y como se desprende del título de la canción.

Sin embargo, aunque la parodia debe evocar en la mente del consumidor la marca parodiada, ésta no deberá aprovecharse directamente de aquella y por lo tanto, constará de originalidad propia sin generar confusión con la obra parodiada.


Más halla del humor, lo cierto es que las marcas transmiten un concepto que injustamente puede verse lesionado por la parodia. En ocasiones aprovechan la reputación del signo en el mercado, representando una versión  que nada tiene que ver con el original, limitando los derechos de uso exclusivo del titular de la marca, y generando verdaderos conflictos amparados en la Ley de Competencia Desleal.

Más en la línea de los derechos de autor, nos encontramos con el caso “Oh! Pretty Woman” de Roy Orbinson y William Dees. Cuando la banda 2Live comunicó a los autores la intención de componer una parodia sobre la canción, estos les negaron su consentimiento. Sin embargo comercializaron la canción y el asunto llegó hasta el Tribunal Supremo de EE.UU. El Tribunal determinó que a pesar de haber utilizado gran parte de la obra y existir enriquecimiento económico, se trataba de “fair use defense” un concepto importado del “Copyright” del derecho americano y por tanto de una "parodia" dentro de las excepciones  del "uso justo".

Otro ejemplo interesante relacionado con una marca notoria fue sin duda el caso Louis Vuitton Malletier v. Haute Diggity Dog. La Corte de Apelación de EE.UU consideró que “La pequeña imitación “Chewy Vuiton” como algo para ser mordido por un perro se burla de la elegancia y del precio de un bolso Louis Vuitton que no debe ser mordido por un perro.” Una vez más se justifica el uso del signo distintivo en defensa del contenido meramente humorístico.

Sin embargo ¿puede la parodia denigrar el signo distintivo?

A mi juicio, la parodia marcaria seria aceptable solamente criticase o burlase el elemento creativo del signo distintivo, siempre que no se aproveche de la reputación ajena para promover sus propios productos y ni perjudique, ni difame el producto, ni las cualidades del mismo.

Carolina Sánchez Margareto
Letrado IP  

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viernes, 15 de enero de 2016

The Copycat Milano Cookie

It's a pleasure to collaborate with lawyers from other countries. Professionally, we often work with Ben Natter of Natter & Natter, an intellectual property law firm in New York. Among the firm's specialties are anti-counterfeiting measures, fashion law and ip protection in China.

On this occasion we have an entry on the issue of counterfeiting from the hand of Cynthia Monsour of Natter & Natter. Cynthia specializes in fashion law matters at Natter & Natter and has shared a recent firsthand experience with counterfeit goods.

“The Copycat Milano Cookie

Does a company own the idea of a specific type of cookie?  Pepperidge Farm, which is owned by Campbell Soup Co., thinks that it does.

On December 2, 2015, Pepperidge Farm filed a complaint in federal court in New Haven, Connecticut against Trader Joe’s for marketing Crispy Cookies.  Pepperidge Farm claims that the cookies are copycats of its Milano cookies. The company asks that Trader Joe’s is prohibited from selling Crispy Cookies and seeks damages.   

Pepperidge Farm introduced the Milano cookie in 1956 and the cookies were trademarked in 2010.  Milano cookies have a chocolate filing (or other flavors) sandwiched between two buttery oval-shaped cookies.  Pepperidge Farm claims that the copycat version is more rectangular, but that the rounded edges of the Crispy Cookies mimic the Milano. 
Pepperidge Farm further alleges that Crispy Cookies come in a bag that is similar to the Milano’s paper bag.  

Pepperidge Farm introdujo la cookie Milano en 1956 y las galletas eran marca registrada en 2010. Las galletas Milano se reconocen a simple vista por estar rellenas de chocolate (u otros sabores) como si fuera un sandwich de forma ovalada. 

Pepperidge Farm afirmaba que la versión de imitación es más rectangular, pero que los bordes redondeados de las galletas crujientes imitaban a la galleta Milano. Pepperidge Farm alegaba además que las Crispy Cookies se presentan en una bolsa muy similar a la bolsa de papel de las galletas Milano.

It’s clear that the trademark extends to the name and the package design. With this trademark suit, Pepperidge Farm wants it to be successfully applied to food as well. Trader Joe’s is known for “knock-off” food, which is a big part of its appeal.  Crispy Cookies can only be bought in Trader Joe’s grocery stores whereas Pepperidge Farm’s Milanos can be bought nearly anywhere. 

It’ll be interesting to watch this case and see what happens. In the meantime, I plan on subjecting myself to a rigorous analysis of the offending newcomer cookies alongside the iconic Milanos.”
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Es un placer colaborar con abogados de otros países. En ocasiones trabajamos con Ben Natter de Natter y Natter, una firma de la ley de propiedad intelectual, afincada en Nueva York. Entre las especialidades de la empresa se encuentran las medidas de lucha contra la falsificación, Fashion Law y la protección de la propiedad intelectual en China.

En esta ocasión el articulo nos centramos en las falsificaciones de la mano de Cynthia Monsour de Natter y Natter. Cynthia esta especializada en Fashion Law en Natter y Natter y comparte con nosotros una reciente experiencia de primera mano con los productos falsificados.

¿Puede pertenecer a una empresa la forma de una galleta? Pepperidge Farm, de Campbell Soup Co. piensa que sí.

El pasado 2 de diciembre de 2015, Pepperidge Farm presentó una demanda ante la corte federal de New Haven, Conética contra Trader Joe por la comercialización de las galletas Crispy Cookies. Pepperidge Farm afirma que estas galletas eran una imitación de sus Milano. En la demanda Pepperidge Farm solicitaba ante la Corte no solo la prohibición de la venta de las galletas sino también solicitó una indemnización por daños y perjuicios.

Queda claro que la protección de la marca va más allá del nombre y el diseño del producto. La marca actúa como un "traje" y Pepperidge Farm pretende que su protección se extienda a los alimentos que la representa. Por otro lado, Trader Joe es conocido por la comida "knock-off", y representa gran parte de su atractivo. Las Crispy Cookies únicamente pueden adquirirse las tiendas Trader Joe, mientras que las galletas Milanos de Pepperidge Farm se pueden comprar en cualquier supermercado.

Va a ser interesante seguir este caso y veremos qué pasa. Mientras tanto, por si acaso voy efectuar un análisis riguroso de las galletas infractoras para poder compararlas con las emblemáticas  galletas Milanos. Uhmm!!

Author: Cynthia Monsour of Natter & Natter